La República. Dom, 26/12/2010
Por Luis Jaime Cisneros
Terminado el año escolar, quiero partir de algunos presupuestos para enmarcar esta reflexión. Estamos insertos dentro de un proceso de cambios radicales, que aspira a instaurar un nuevo tipo de sociedad. La educación ha sido afectada por este proceso, y se orienta ahora a robustecer la relación hombre-trabajo. Participar en esta sociedad reclama varias esferas del hombre. Acá se trata de participar en tanto que miembro del núcleo familiar responsable. En el marco aludido, la familia se integra dentro de la comunidad, y es la célula de todo este sistema social. Sin ella no tiene sentido el esquema. En la estructura de la reforma social está consagrada la intangibilidad de la familia. Porque la reforma educativa reconoce esto: los padres de familia son copartícipes y corresponsables de la educación. Pero esta responsabilidad no se circunscribe a la educación de nuestros hijos concretos: debe interesarse por el proceso de educación que afecta a todos los estudiantes del Perú. Se trata, pues, de una responsabilidad social, por la que puede pedirme cuentas la comunidad.
Hecha esta aclaración, quiero plantearme dos reflexiones. No son todas las que cabría hacer. Las elijo porque me parecen sintomáticas. Esta responsabilidad tiene dos polos concretos en los cuales incide: el colegio y los hijos. Decir ‘el colegio’ significa aludir a todo el sistema educativo (concepción, planes, modus operandi, maestros, programa, aprendizaje, ideales, etc.). Y decir ‘nuestros hijos’ (los estudiantes) significa mucho más que esta irrenunciable autoridad que muchos quieren mantener exteriormente. Uno y otro lado se unen a través de un eje medular: nuestra voluntad de comprender las cosas y ayudar a su correcta realización.
Una sólida reforma educativa es asunto de generaciones. La lograremos acá si el esfuerzo conjunto nos permite descubrir los resquicios por los que ahora se cuelan malos vientos, Si es verdad que la orientación principista suele parecer clara en las declaraciones, no es menos cierto que esa orientación todavía no se advierte con eficacia en nuestra escuela secundaria. La orientación ideológica de nuestra enseñanza tiene que ser rigurosamente humanista. Solo que esa calificación no dice, en este siglo XXI, lo que decía cuando éramos estudiantes. Las investigaciones de Bohr son avances logrados, como en la época de los griegos, por los retos del humanismo de su época.
Lo que la ciencia busca ahora es revitalizar al hombre. Pero debemos revitalizarlo en esta hora concreta del mundo, donde los otros pueblos juegan su destino en medio de una gran confusión. Un alumno debe egresar de la secundaria con una clara posición filosófica ante la vida y ante los hombres, y ante la justicia y el poder. Todo eso implica ciertamente una ideología. Si creemos que una determinada ideología puede ser perniciosa, y preferimos la que nutrió nuestra propia educación, corremos el grave riesgo de malograr la educación de nuestros hijos. Apenas lo afirmo, me asusto y me preocupa el alcance que pueda darse a mis palabras.
Procurar que los alumnos aprendan a observar y descubran que la experiencia no solamente debe ser compañera indispensable del conocimiento, sino estímulo para mejorarlo constantemente refleja una ideología. Si los estudiantes deben ir desechando el prestigio de sus propias facultades creadoras, están recibiendo una ideología. Y si, en fin, se educan con una constante preocupación por el hombre peruano necesitado de ir afianzando su condición de tal en un medio duro, y aprenden a reconocer los diversos oficios por los cuales este compatriota es capaz de construir el Perú, y a reconocer los lugares en los que labra la felicidad de todos ellos, están recibiendo una ideología. Como la reciben cuando leen los principios aristotélicos de la verdad. Lo que ocurre es que, a nosotros, en una hora distinta, no nos preocupaban esas cosas.
Lo que sí nos debe preocupar, en rigor, es esto otro. ¿Saben los maestros que esta responsabilidad exige una gran prescindencia de otros temas adyacentes? En un país que aspira (y necesita) robustecer la democracia, esa preocupación es imprescindible.
¿Y de los muchachos, qué hay que decir? Habría sido interesante que alguno expusiera también sus puntos de vista, porque realmente estos hijos no están hechos a nuestra imagen y semejanza. Tienen ‘su’ idea del mundo y de los hombres; son contemporáneos de los viajes lunares, del rayo láser. Manejan un conocimiento que la prensa renueva diariamente y leen menos libros de los que nosotros aprendimos voluntariamente a leer. Lo que el colegio no les da, saben buscarlo. ¿Y a nosotros, qué nos toca hacer frente a ellos? Ese es nuestro reto.
Municipalización: MEF deroga el DS022 del Minedu
Correo (Lima), Panorama Cajamarquino, 24 Dic 2010
León Trahtemberg
En mi columna “Derogar un disparate” del 5/11/2010 me hice eco de la desagradable sorpresa que produjo en la comunidad educativa la promulgación del DS Nº 022-2010-ED del 21 de octubre que incorporaba al Plan de Municipalización de la Gestión Educativa las 606 municipalidades distritales del ámbito de intervención de JUNTOS (el 34% el total nacional).
Todo ello pese a los innumerables informes sobre la inutilidad e inoperancia del piloto del modelo municipalización de la educación propuesto por el Ministerio de Educación expresados por el Consejo Nacional de Educación, la Defensoría del Pueblo, la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales, la Red de Municipalidades Rurales y Foro Educativo.
Los entendidos del mundillo intra-ministerial comentan que el propio ministro de Educación no estaba muy cómodo con este decreto pero que políticamente no le era cómodo derogarlo. ¿Qué hacer entonces? El MEF dio la respuesta a través de la ley del Presupuesto de la República para el año fiscal 2011 (30/11/2010). En su Quinta Disposición Complementaria Final dice lo siguiente:
“Dispónese la evaluación independiente de la implementación del Plan Piloto de Municipalización de la Gestión Educativa en las 35 municipalidades incorporadas en dicho plan. Dicha evaluación, cuya conducción estará a cargo del Ministerio de Economía y Finanzas y del Ministerio de Educación, se realiza siguiendo los criterios de las evaluaciones independientes del presupuesto por resultados. La continuación de la implementación del citado plan piloto durante los años fiscales subsiguientes está sujeta a la referida evaluación”.
Con ello la ley de presupuesto (posterior y de mayor jerarquía que el Decreto Supremo 022) le pone un candado a la disparatada municipalización de la educación porque obliga al Ministerio de Educación a tener el visto bueno del MEF, el cual a su vez dependerá de una evaluación autónoma externa (como todas aquellas que dicen que el piloto no sirve) que será requisito para seguir adelante.
Pregunto, si el ministerio de educación se ocupa de la educación ¿no hubiera sido más ético y educativo reconocer el error y derogar el decreto supremo por propia voluntad en lugar de sacarle la vuelta por la puerta trasera?
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